Valora el don que Dios te dio y úsalo día a día
- felinamagazine
- 27 oct
- 3 Min. de lectura
Pudiendo pelear con una espada, David eligió una piedra y una honda. No porque fuera ingenuo, sino porque sabía que Dios no lo había entrenado para usar lo que todos usaban, sino para confiar en lo que Él ya había puesto en sus manos.
Mientras los demás confiaban en armaduras, estrategias y fuerza física, David llevaba años practicando en silencio. Su entrenamiento no ocurrió en campos de batalla, sino en los valles del anonimato, mientras cuidaba ovejas y se enfrentaba a leones y osos para protegerlas.
Nadie lo veía, nadie lo aplaudía, pero cada día de práctica lo acercaba a su propósito. Lo que para otros era rutina, para Dios era preparación.
Y cuando llegó su momento, cuando todo un ejército temía al gigante y Saúl intentó vestirlo con su armadura, David entendió que no podía ir a la batalla usando lo que no conocía. El entendió que no necesitaba parecer fuerte, solo recordar quién lo había fortalecido en sus batallas pasadas. Y con una piedra, una honda y una fe inquebrantable, cambió la historia de su vida y su nación.
Su punto de inflexión no fue solo un día, el dia en que se hizo famoso, fueron todos los días hasta que llego el día en que todo lo que había aprendido en lo oculto se manifestó ante los ojos del mundo. David demostró que Dios no necesita de grandes herramientas, sino hijos que crean en que Su padre dese antes de la fundación ya injerto lo que necesitamos y se desarrollará en la practica.
Siglos antes, Moisés también había dudado de lo que tenía. “¿Qué tienes en tu mano?”, le preguntó Dios. “Una vara”, respondió Moisés.
Una vara común, de pastor. Pero fue con esa vara que Dios hizo lo imposible: convirtió el agua del Nilo en sangre, abrió el mar Rojo y guió a un pueblo entero hacia la libertad.
La misma vara que Moisés usaba para pastorear ovejas, se transformó en símbolo de autoridad cuando fue puesta al servicio de Dios.
Eso es lo que ocurre cuando entregas lo poco que tienes en tus manos: Dios lo convierte en algo que trasciende.
Moisés no necesitó un ejército, ni poder político, ni un discurso perfecto. Lo que tenía era obediencia, y eso bastó.
David no necesitó ni la espada ni la armadura de Saúl, ni la aprobación de los hombres. Lo que tenía era fe, y eso bastó.
Y lo mismo sucede hoy.
Dios no necesita que pelees con las armas del mundo, llámese dinero, contactos, tecnología, fama o títulos, para llevarte a la victoria. Lo único que Él necesita es que reconozcas el don que ya puso en ti y que empieces a usarlo con fidelidad.
Quizás tu “honda” sea tu talento para crear, tu habilidad para escuchar, tu visión, tu voz, tu sensibilidad, tu constancia o tu capacidad para conectar con otros. Quizás sientas que eso no es suficiente, que es muy pequeño frente a los “gigantes” de este mundo. Pero justo ahí, en lo pequeño, Dios demuestra Su poder.
Mientras el mundo corre detrás de lo grandioso, Dios se especializa en usar lo sencillo para cambiar historias.
Él te ha estado preparando en silencio. Cada temporada difícil, cada puerta cerrada, cada trabajo que pensaste que no importaba, ha sido tu campo de entrenamiento. Porque llegará el momento, tu propio Goliat, tu propio mar Rojo, y no necesitarás nada más que lo que ya sabes usar, lo que has practicado día tras día con fe y perseverancia.
Y si miras más allá, verás que ese mismo principio lo encarnó Jesús.
Él no vino con ejército, ni con riquezas, ni con poder político. Vino con amor, con verdad, con humildad. Y con esas “armas invisibles” transformó el curso de la historia. Donde el mundo esperaba fuerza, Él mostró mansedumbre.
Donde el mundo esperaba venganza, Él ofreció perdón. Y en la cruz , aparente símbolo de derrota, Dios mostró la mayor victoria de todas.
Así que no subestimes tus pequeñas piedras. NO desprecies tus procesos silenciosos. NOpienses que necesitas más para empezar.
Dios no te pide que pelees como todos, sino que confíes en El.
Miau,
Felina









Que hermoso mensaje y recordatorio, me movió el alma
Gracias a Dios por estas bellas palabras a través de sus hijas amadas.