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La Ciencia Confirma lo que la Fe Sabe: Orar Sana




Recibimos una mala noticia, pasamos por momentos de pérdida y dolor profundo, sentimos angustia y miedo intenso, nos sentimos preocupados por el futuro o nos encontramos vulnerables para enfrentar los retos del presente. Pero nos detenemos, leemos nuestras biblias y nos ponemos a orar. Pasan los minutos y aunque elproblema sigue estando ahí, nos sentimos diferentes. ¿qué ocurre? Bueno pues, Dios responde nuestra oración, Dios nos da paz, Dios se muestra cercano a nosotros y podría seguir enumerando todo lo que puede pasar espiritualmente cuando usamos nuestras armas para enfrentar nuestras dificultades. Sin embargo, a los ojos del mundo esto no se entiende del todo. La ciencia a demostrado que los creyentes practicantes tienen una mejor salud mental y física que los no creyentes, pero ¿por qué? ¿tendrán las prácticas del creyente alguna relación con su manera de afrontar las dificultades? ¿qué genera en el ser humano orar, leer la biblia o congregarse? ¿cómo puede la ciencia explicar esto? Tú y yo sabemos responder a estas preguntas desde un punto de vista espiritual, pero estoy segura de que una explicación científica te ayudará a crecer en tu fe y a fortalecer tus hábitos cristianos.


Hablemos entonces de la oración, varios estudios a lo largo de los últimos años han mostrado resultados importantes al asociar la oración con características de salud mental. Por ejemplo, la oración es una herramienta usada como estrategia de afrontamiento positiva, permite encontrar consuelo en momentos de dificultad, gestionar las emociones como la tristeza o la ira, mejora los síntomas depresivos clínicos cuando se hace de manera regular (una vez al día o más), ayuda a manejar el estrés, disminuye la presión sanguínea, aumenta la esperanza y motiva a la toma de decisiones y a las acciones positivas.  

En esta ocasión me gustaría contarte sobre una investigación realizada por Boelens y su equipo, publicada en el 2012. Estos autores usaron la oración como técnica en personas con ansiedad y depresión. Encontraron que, al orar la manera en la que una persona valora un evento doloroso de su pasado cambia. Puntualmente, las oraciones estaban relacionadas con el evento, con lo cual la oración no era una estrategia distractora (Estrategia de afrontamiento negativa), sino todo lo contrario, una estrategia que llevaba a la persona a enfrentar y a atravesar el dolor. La intervención incluía hacer oraciones como “Dios ¿cómo quieres que piense y actúe?” y se acompañaban con lecturas bíblicas. Esto aumentaba la flexibilidad en la manera de pensar y esta es una característica importante en salud mental, pues las personas con depresión y/o ansiedad suelen tener rigidez cognitiva. Además, este proceso permite que la persona explore nuevas maneras de afrontamiento, aumentando las posibilidades de acción. En conclusión, esta investigación en particular reconoce el poder que tiene la oración para dos cosas, primero permite disminuir el dolor y segundo abre camino a nuevas maneras de pensar.


Sumado a esta experiencia la oración no sólo permite enfrentar, sino que también te conecta con un ser superior, bueno y cuidador. Este último concepto hace parte de aquello que la ciencia ha llamado religiosidad intrínseca (lo que nosotros llamamos espiritualidad), la cual se define como una devoción genuina, una interiorización del sistema de creencias que permite coherencia, madurez y autonomía en la persona creyente. La importancia que tiene la religiosidad intrínseca es que ésta también está asociada a bienestar físico y mental, y si entendemos que la persona que ora también experimenta una religiosidad intrínseca, lo que podemos concluir es que esta persona no está orando por orar, o porque le hayan dicho que es bueno, o por sus beneficios, sino para conectar con Dios, conexión que le permitirá disfrutar de los beneficios de la oración.


¡Nada de esto es nuevo para nosotros!, bueno, gracias a Dios no lo es. Gracias a Dios nuestra vida de oración da fruto y todo esto lo hemos podido experimentar. Lo interesante de todo esto es cómo esta información puede fortalecer nuestros hábitos de oración, hacerlos más intencionales y observar la obra del Espíritu Santo en nuestros corazones.  


Melissa Barbudo

Psicóloga

 
 
 

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